LA ARMONÍA DE LOS OPUESTOS Inauguración, domingo 15 de noviembre de 2009, a las 11:00 a.m.
LA CONCORDANCIA DE LOS OPUESTOS
EN LAS OBRAS DE DEMETRIO JAMALELLIS
Tanto por las combinaciones contrastadas de los materiales que trabaja, como por las técnicas adecuadas que emplea para trabajarlas, y sobre todo las rigurosas concepciones artísticas en las cuales se basan sus obras y el lenguaje escultórico maduro y personal con que se expresan, las obras del artista venezolano, DEMETRIO JAMALELLIS tienen la virtud de alejarse notablemente de todo lo que es convencional y común en el ámbito de la escultura contemporánea en Venezuela.
El trabajo creador de Jamalellis se mantiene en los más altos niveles de excelencia. No ha tenido los reconocimientos que merece, no porque sea hermético ni difícil a entender, sino porque permanece voluntariamente de bajo perfil, sin pretensiones triunfalistas ni comerciales.
Estas obras que ahora se exponen corresponden a la producción actual de Jamalellis. No son esculturas figurativas ni representativas, pero tampoco son totalmente abstractas, porque estimulan el juego de las asociaciones imaginativas espontaneas, a la manera de la famosa “Madeleine” de Marcel Proust, mediante las cuales el espectador siente que se le desata la memoria y lo hace revivir imágenes y vivencias lejanas o perdidas, que afloran desde su interioridad. Pero esos efectos Mnémicos y afectivos son resultantes de un cuidadoso proceso de elaboración regido por la razón y basado en las clásicas proporciones de la “Sección aurea” de las artes, garante de las armonías perfectas.
PERAN ERMINY
EN LAS OBRAS DE DEMETRIO JAMALELLIS
Tanto por las combinaciones contrastadas de los materiales que trabaja, como por las técnicas adecuadas que emplea para trabajarlas, y sobre todo las rigurosas concepciones artísticas en las cuales se basan sus obras y el lenguaje escultórico maduro y personal con que se expresan, las obras del artista venezolano, DEMETRIO JAMALELLIS tienen la virtud de alejarse notablemente de todo lo que es convencional y común en el ámbito de la escultura contemporánea en Venezuela.
El trabajo creador de Jamalellis se mantiene en los más altos niveles de excelencia. No ha tenido los reconocimientos que merece, no porque sea hermético ni difícil a entender, sino porque permanece voluntariamente de bajo perfil, sin pretensiones triunfalistas ni comerciales.
Estas obras que ahora se exponen corresponden a la producción actual de Jamalellis. No son esculturas figurativas ni representativas, pero tampoco son totalmente abstractas, porque estimulan el juego de las asociaciones imaginativas espontaneas, a la manera de la famosa “Madeleine” de Marcel Proust, mediante las cuales el espectador siente que se le desata la memoria y lo hace revivir imágenes y vivencias lejanas o perdidas, que afloran desde su interioridad. Pero esos efectos Mnémicos y afectivos son resultantes de un cuidadoso proceso de elaboración regido por la razón y basado en las clásicas proporciones de la “Sección aurea” de las artes, garante de las armonías perfectas.
PERAN ERMINY
PROXIMAMENTE DEMETRIO JAMALELLIS EN LA GALERÍA DE ARTE TRAZOS/ NOVIEMBRE 2009
LA EBRIEDAD INFINITA DEL ARTE
Pedro Barreto fue, sin duda, el más importante de los escultores de la abstracción orgánica en Venezuela, que es la tendencia mayor (la más cultivada) del arte abstracto en el país y en el arte universal contemporáneo. También se le llama “arte abstracto no-geométrico”, además de “no-figurativo”. Y sus formas no tratan de parecerse a las formas vivientes de la naturaleza, sino a sus estructuras primarias, a su esencialidad geométrica no-euclideana. Son formas “abstraídas” de la naturaleza originaria.
Nos estamos refiriendo a la etapa de plena madurez, post-japonesa, en la producción creadora de Pedro Barreto, que se extendió y afinó durante varios lustros, o décadas, hasta la fecha reciente de su muerte. No hubo, en ese tiempo, nada más majestuosamente perfecto, en el fascinante esplendor de su belleza, que las obras maestras de Barreto, sólo equiparables en su altísima calidad, a los cubos superpuestos de Narváez, a las reticuláreas de Gego, los Deltas-solares de Otero, las formas inmateriales suspendidas de Soto, y los ovoides rústicos de Harry Abend.
Barreto comenzó como carpintero con su padre, quien lo inició en los secretos de la madera, en Tucupita, al lado del Orinoco que lo había visto nacer. Siguió su formación, en 1954, en la Escuela de Arte de Caracas, luego en Roma, en París, y más tarde en Tokio. Al final se radicó con su esposa Gladys Meneses en Lechería, al lado de Puerto La Cruz, donde ambos formaron a muchos de los mejores artistas de la región.
En sus inicios Barreto realizó sus “Totems”, columnas de madera tallada. Luego trabajó el hierro, la piedra y el bronce, además de la madera, hasta su etapa informalista. En su tiempo en Japón volvió a dedicarse a la madera, realizó sus “columnas abiertas”, de extrema síntesis minimalista. Obtuvo un importante premio en Japón; que se sumaba a varios otros ganados en Venezuela. Desde entonces se propuso depurar sus formas, generalmente embrionarias y germinales, hasta llevar la madera al extremo de su plasticidad y de su ductilidad, al máximo de sus posibilidades formales, intentado alcanzar lo absoluto.
Pedro Barreto llegó a ser el más clásico de los escultores orgánicos de Venezuela, y tal vez de América. Clásico en el sentido de buscar la inteligibilidad, o el entendimiento inmediato y perfecto de sus formas. Para ello quiso la relación más profunda entre la obra y el espectador procurando que la distancia insalvable que separa ambos palos, se reduzca y permita el flujo de una comunicación esencial.
Para Pedro Barreto, ido ya de este mundo sin gracia, le deseamos lo que García Bacca citaba de un diálogo de Platón: “El máximo premio de la virtud (areté) es una eterna borrachera”.
Con la maravilla de sus tallas en madera Pedro Barreto nos brindó la más exquisita forma de ebriedad posible.
Peran Erminy
Nos estamos refiriendo a la etapa de plena madurez, post-japonesa, en la producción creadora de Pedro Barreto, que se extendió y afinó durante varios lustros, o décadas, hasta la fecha reciente de su muerte. No hubo, en ese tiempo, nada más majestuosamente perfecto, en el fascinante esplendor de su belleza, que las obras maestras de Barreto, sólo equiparables en su altísima calidad, a los cubos superpuestos de Narváez, a las reticuláreas de Gego, los Deltas-solares de Otero, las formas inmateriales suspendidas de Soto, y los ovoides rústicos de Harry Abend.
Barreto comenzó como carpintero con su padre, quien lo inició en los secretos de la madera, en Tucupita, al lado del Orinoco que lo había visto nacer. Siguió su formación, en 1954, en la Escuela de Arte de Caracas, luego en Roma, en París, y más tarde en Tokio. Al final se radicó con su esposa Gladys Meneses en Lechería, al lado de Puerto La Cruz, donde ambos formaron a muchos de los mejores artistas de la región.
En sus inicios Barreto realizó sus “Totems”, columnas de madera tallada. Luego trabajó el hierro, la piedra y el bronce, además de la madera, hasta su etapa informalista. En su tiempo en Japón volvió a dedicarse a la madera, realizó sus “columnas abiertas”, de extrema síntesis minimalista. Obtuvo un importante premio en Japón; que se sumaba a varios otros ganados en Venezuela. Desde entonces se propuso depurar sus formas, generalmente embrionarias y germinales, hasta llevar la madera al extremo de su plasticidad y de su ductilidad, al máximo de sus posibilidades formales, intentado alcanzar lo absoluto.
Pedro Barreto llegó a ser el más clásico de los escultores orgánicos de Venezuela, y tal vez de América. Clásico en el sentido de buscar la inteligibilidad, o el entendimiento inmediato y perfecto de sus formas. Para ello quiso la relación más profunda entre la obra y el espectador procurando que la distancia insalvable que separa ambos palos, se reduzca y permita el flujo de una comunicación esencial.
Para Pedro Barreto, ido ya de este mundo sin gracia, le deseamos lo que García Bacca citaba de un diálogo de Platón: “El máximo premio de la virtud (areté) es una eterna borrachera”.
Con la maravilla de sus tallas en madera Pedro Barreto nos brindó la más exquisita forma de ebriedad posible.
Peran Erminy
HOMENAJE AL GRAN MAESTRO PEDRO BARRETO / domingo 28 de junio de 2009
GALERÍA DE ARTE TRAZOS
Homenaje al GRAN MAESTRO PEDRO BARRETO
Encuentro entre sus alumnos y amigos escultores
Sus alumnos:
Ligia Acuña, Carupano, Prada Colón, Nidia Del Moral, Rafael Herrera, Valentín Malaver, Sydia Reyes e Inca Zabala.
Sus amigos:
Ligia Acuña, Carupano, Prada Colón, Nidia Del Moral, Rafael Herrera, Valentín Malaver, Sydia Reyes e Inca Zabala.
Sus amigos:
Harry Abend, Enrico Armas, María Cristina Arria, Gilberto Bejarano, Lía Bermúdez, Pedro Briceño, Luis Chacón, Manuel De La Fuente, Colette De Lozanne, Carlos Cruz Diez, Onofre Frías, Mateo Manaure, Rafael Martínez, Carlos Mendoza, Carlos Prada, Hernán Rodríguez, Jesús Soto, Daniel Suárez y Jorge Zerep.
Inauguración:
Domingo 28 de junio de 2009 / 11:00 a.m
Espacios de la Galería de Arte Trazos
CONFRONTACIÓN, en el mes de Marzo
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