BAUTIZO DEL LIBRO DE LA II BIENAL DE ESCULTURA TRAZOS
EL ARTISTA PLÁSTICO JUAN CARLOS OJEDA EN LA GALERÍA DE ARTE TRAZOS
La obra rigurosa de Juan Carlos Ojeda
Para Juan Carlos Ojeda la obra pictórica no tiene que representar ni aludir a nada. Tampoco tiene que crear juegos ingeniosos de colores y formas atractivas. Le basta con un mínimo de trazos impulsivos y tensos que "animen" la superficie de la pintura, es decir, que le infundan alma.
Si la realidad es caótica, la obra de arte puede acorralar al caos en sus bordes, o en los bordes de sus planos, como lo hace J.C. Ojeda, dejando apenas sus rastros en el resto de la obra.
En estos trabajos Ojeda traza sus rayas, que son como signos, con ansiosa y reiterada insistencia, de un modo enfático, recio y casi violento, superpuestas en haz, o en haces de líneas agudas, incisivas, descargando su excedencia psíquica sobre los bordes del plano, sin quebrarlo.
Esa violencia expresiva, de estirpe expresionista, no es reprimida sino encauzada por la razón constructiva. El cuadro, vaciado de formas y colores, desprovisto de ornamentos, se queda con la sola estructura esencial, primaria, de extrema parquedad sintáctica. Así se concentra en el juego único de tensiones virtuales, despojadas de revestimientos gráficos, llevada a su mayor grado de tirantez sobre el vacío. No hay relaciones entre formas y fondo, porque el fondo expele toda intrusión en su vacío. Lo que debía ocupar la superficie del cuadro se ve desplazado hacia sus contornos. La obra, plana y esquemática, no necesita aditamentos ni configuraciones vanas. Se muestra casi al desnudo.
De modo que J. C. Ojeda, pese a que no se propone representar nada en sus pinturas ni trata de narrarnos nada con ellas es sin embargo, un pintor más sugestivo que cualquiera.
La obra pintada suplanta la realidad, sustituyéndola por otra, como duplicándola, sin copiar nada de su apariencia. Por un instante la obra parecería evocar un resto despedazado del mundo. De las ruinas de alguna antigua geometría intenta emerger un orden precario y poderoso. Es ese orden emergente, compelido por la necesidad de construir, el que se expresa, con un idioma elusivo y áspero, trabajado sin complacencias, con la mesura y el rigor de un estilo clásico alterado por su efusión expresiva, aspirando a la inalcanzable perfección de la obra absoluta, es lo que expresa la excelente pintura de Juan Carlos Ojeda. En lo términos deportivos de estos días, diríamos de él que es un pintor de largas distancias. Que ya va lejos.
Perán Erminy